domingo, 4 de septiembre de 2011

O Aleijadinho

El pasado 1o  de septiembre fue asesinado el párroco del pueblo de Marmato en Caldas.  Aunque las autoridades no tienen pistas del crimen, los vecinos creen que su  muerte está relacionada con la lucha que venía librando en contra de las grandes mineras que quieren establecer una mina a cielo abierto que obligaría a trasladar al pueblo y todos sus habitantes, y seguramente tendría graves efectos ambientales.

La minería ha tenido efectos catastróficos en los pueblos de América Latina, por lo menos en los últimos 500 años.  La economía extractiva que genera el enriquecimiento rápido y fácil de unos pocos a costa de los pequeños propietarios, es en gran medida la causante de todas nuestras violencias: las del oro, las de las esmeraldas, las del petróleo, las del carbón, las del caucho, las del café, las de la coca.

Pareciera que los pueblos que han sufrido las bonanzas, sólo han recibido un legado de erosión, muertos y abandono.

Pero entre todas esas historias de desarraigo, hay una que tal vez sobresale por su belleza: la historia del más famoso escultor de Minas Gerais, el mulato, hijo de esclava, don Antonio Francisco Lisboa, más conocido como O Aleijadinho (el lisiadito). 


Aleijadinho, el gran artista nacido en Vila Rica, hoy Ouro Preto, es la expresión mayor del arte triste que emergió de las minas de oro, donde manos esclavas extraían el metal para que los pródigos bolsillos de la corte portuguesa lo dilapidaran por Europa, sin que no quedara nada más que el recuerdo de un pasado glorioso para los portugueses, e ignominioso para los mineiros.

Lo poco que queda de ese oro, fue utilizado para la construcción del gran Convento de Mafra, a la que hace referencia Jose Saramago en su libro "Memorial del Convento", y que representó, según Eduardo Galeano, la última expresión del orgullo del rey de Portugal, que veía como el centro de la política europea se desplazaba hacia el norte.

En Minas Gerais en cambio, a falta del oro expoliado, brillaba el talento del gran escultor, cuyos dedos devorados por la lepra, siguieron tallando la madera hasta que lo alcanzaron la vejez y la muerte.  La leyenda narrada por Galeano refiere que su obra maestra en piedra, instalada frente a la iglesia de Bom Jesus de Matosinhos fue esculpida "amarrándose el cincel y el martillo a las manos sin dedos", mientras se veía obligado a arrastrarse de rodillas hasta su taller.





 
Aleijadinho es en realidad, el gran representante del barroco en Brasil, la serie de los siete pasos de la pasión de cristo del Santuario de Congonhas, con 64 imágenes de tamaño natural, refleja un acabado dominio de la técnica, y sobre todo la pasión con la que emprendía sus proyectos.  Las expresiones de las figuras presentan un cargado acento emotivo, lo que genera en el espectador reacciones sentimentales.  Imbuido del espíritu de la época, Aleijadinho pone un acento ornamental en las barbas, los cabellos, y los pliegues de la ropa.







O Aleijadinho es en realidad una muestra de los cotas a las que puede llegar el espíritu humano: hijo de una esclava africana, escaldado por la lepra, aislado en el cruento entorno de la minería brasilera, viviendo en un pueblo arrasado por la codicia y la violencia, Antonio Francisco Lisboa supo encontrar su vocación de artista universal y encumbrar su arte a maravillosas formas de expresión, para convertirse en lo que Patrick Straumann llama, "el leproso constructor de catedrales".

He aquí una interesante lección para nosotros y nuestros hijos, que sentimos morir, cuando se nos queda el celular en la casa.

Fuentes: "Las venas abiertas de América Latina", Eduardo Galeano. Revelaciones, "Las Artes en América Latina, 1492-1890". Varios Autores. Fondo de Cultura Económica. 

2 comentarios:

  1. Hay que tener memoria de quien vino a saquear las tierras y los pueblos de America! Te felicito por la publicacion, coincido!

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